miércoles, noviembre 1

Amar a Dios para amar al prójimo

Éx.20:1-17

Este texto se puede tomar como uno de los puntos cardinales de la palabra de Dios. Estos Diez Mandamientos, según el mismo Señor Jesús, se pueden dividir en dos:  Una parte: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”La otra parte: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”,  Mat.22:37-39.

Muchos han imaginado, y pienso que con razón, que los mandamientos estaban separados en dos tablas. En una estaban los mandamientos relativos a Dios o con respecto a Dios.  Los mandamientos con respecto a Dios, son cuatro: Amar a Dios sobre todas las cosas. No hacerse imágenes para postrarse ante ellas. No tomar el nombre de Dios en vano, y Santificar el día de reposo. Estas cuatro debían estar en una tabla en la mano izquierda de Moisés.

En la otra tabla, a la derecha de Moisés, debían estar los otros seis mandamientos relativos al prójimo: Honrar a los padres, No matar, No adulterar, No hurtar, No hablar falso testimonio, y no Codiciar. Pero más allá de esto, quisiéramos añadir otra observación.

Cuando el Señor Jesucristo dijo aquellas palabras en Mateo, añadió respecto del primer mandamiento: “Este es el primero y más grande mandamiento”, Mat.22:38. — Pero, ¿por qué lo dijo? ¿Quizá porque primero debemos adorar a Dios?  — Por supuesto que es por esto.

No hay lugar a dudas que ésta es la razón primordial. Pero pienso que hay además otra razón por lo que el Señor añadió esta frase. Y creo que es: porque atañe directamente al segundo mandamiento. ¡El primero es el más grande porque es imposible cumplir el segundo sin cumplir el primero!

Hoy en día este mundo piensa que puede ignorar a Dios. Que puede quitarle de en medio con tan solo negar su existencia y que todo lo demás seguirá bien. Pero es imposible ignorar a Dios y pretender que no afecte a todo lo demás. No se pueden ignorar los cuatro primeros mandamientos y tratar de obedecer los seis siguientes que tratan con el prójimo.  La gente de hoy quiere que todo funcione bien entre los “prójimos” sin contar con Dios, pero no encuentra la forma de conseguirlo.

Observemos un momento. El quinto mandamiento nos dice: “Honra a tu padre y a tu madre…”. ¿Acaso se está cumpliendo este mandamiento más que antes? ¿No son los hijos de hoy más egoístas y exigentes con sus padres? ¿No notamos cómo hay hoy más falta de afecto natural, de respeto y de obediencia?

El sexto mandamiento nos dice: “No matarás”. ¿No hemos visto un incremento vertiginoso respecto al desprecio de la vida ajena?   —¿Notamos ese incremento más acentuado aún entre los jóvenes? Ya se habla de violencia infantil.

El séptimo mandamiento nos dice: “No cometerás adulterio”. ¿Qué tal va este tema? Resulta curioso que el llamado “Séptimo Arte” se dedica tanto a quebrantar el séptimo mandamiento.   Desde Hollywood se hace una buena promoción del adulterio. Cada vez más se ven casos entre los políticos, deportistas, artistas y cantantes…

En el octavo mandamiento, leemos: “No hurtarás”.  —¿De veras debemos entrar en estos detalles? ¿Acaso no vemos constantemente casos de corrupción, robos y estafas? Desgraciadamente ya casi estamos inmunizados sobre estas cosas.

El noveno nos dice: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio¿Quién teme hoy decir algo contra su prójimo sin ser cierto o exacto con el fin de aprovecharse? Aún los matrimonios cuando se divorcian son capaces de calumniar a su cónyuge con tal de ganar el juicio. Y ya no hablemos del mundo de los negocios y los puestos de trabajo.

Por último, el décimo. Leemos: “No codiciarás…”.  Hablando en términos generales, ¿quién no se mueve hoy por la codicia? —La codicia se fomenta desde los más sencillos anuncios de publicidad. El marketing estudia constantemente mejores métodos para provocar este instinto insano de posesión.

Ahora bien, la pregunta a todo esto es esta:  —Desde que el mundo ha quitado el concepto de un Dios ¿se ha aumentado el amor al prójimo?   —¡No! Más bien todo lo contrario, ha decrecido enormemente.

Y es que esta es la realidad: El hombre no puede amar al prójimo sin amar antes a Dios. El hombre aprenderá a amar a su prójimo cuando aprenda a amar a Aquel que le creó. Por eso es que, de los dos grandes mandamientos, hay uno que es el primero y más grande mandamiento” Porque de éste dependen todos los demás. No se puede amar al prójimo si primero no amamos a Dios.

Ahora preguntémonos: ¿cuánto amo yo a Dios, y cuánto a mi prójimo?  —Meditemos en esto.