miércoles, noviembre 1

El final todo ayuda a bien

Rom.8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.

Este es sin duda uno de los versículos más conocidos de la Biblia. Es un versículo que nos da consuelo cuando algo a nuestro juicio no va bien. Y por supuesto, también lo usamos para cuando, después de lo mal que lo hemos pasado  nos van mejor las cosas como producto de lo malo de antes. Decimos: “¿Lo ves?, aquello pasó fue para que ahora nos vaya mejor”. Y por supuesto en ambos casos se puede aplicar este versículo sin errar.

Pero hay algo que debemos considerar desde otra perspectiva. Fijémonos que el versículo dice: “Todas las cosas les ayudan a bien”. ¿A quién o a quiénes les ayudan a bien todas las cosas? La respuesta está en el mismo versículo: “A los que aman a Dios”.

Esto ya nos marca un límite.  —Si no amamos a Dios, ¿nos podrá ir todo para bien? Pero también el versículo nos da una respuesta más aclaratoria: “a los que conforme a su propósito son llamados”.

De manera que, a aquellos a los que se dirige la promesa es a los que han sido llamados por Dios según su propósito. Aquí cabe otra pregunta: ¿Has sido llamado por Dios y has respondido a ese llamamiento?  Si no es así, no puedes aplicarte este versículo; te estarías engañando. Pero todavía hay algo más que debemos ver.

Hemos dicho que este versículo es de consuelo para cuando las cosas parece que van mal. Y también, que nos alegramos cuando a posteriori, vemos alguna razón para decir: este bien nos viene como consecuencia de aquel mal. Me parece que muchos perdemos este otro sentido para comprender este versículo.  No tiene por qué tratar con lo inmediato; bien puede tratar con el futuro.

Todas las cosas que ocurren a los que han sido llamados por Dios, y le aman, son para su bien, pero no tenemos porqué mirar solamente a nuestro tiempo y experiencias diarias. El siguiente versículo nos aclara más este tema.

Rom.8:29  “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”.

Aquellos que fueron llamados, (Ver.28) fueron conocidos por Dios de antemano, y están predestinados a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo. Esta es la predestinación. Los salvos somos predestinados a ser como Su Hijo. Hay un propósito en Dios para aquellos que un día fueron llamados. El destino que Dios ha propuesto para ellos es el ser conforme a la imagen de su Hijo.

Ahora bien, ¿sería descabellado entender que a los que aman a Dios y fueron llamados por Dios, todas las cosas les ayuden a bien para llegar a ser conformados a la imagen del Hijo de Dios? El propósito final es el de llegar a ser conformados a la imagen del Hijo. La palabra que se usa para conformado es: Summorphos = Tener la misma forma de otro. Puede traducirse como “semejante” o llegar a ser semejante a otro.

¿Podríamos, pues, entender que todas las cosas nos ayudan a bien con la finalidad de llegar a ser como el Hijo? ¿Podríamos entender que todo co-ayuda a este fin al que hemos sido predestinados los que le amamos? Puedo imaginarme un zurcido (hoy ya no se sabe lo que es), o un bordado. Nosotros solamente estamos viendo la parte donde los hilos parece que no tienen sentido.  O un punto de Cruz. Míralo por detrás y veras qué lío. Pero un día podremos ver lo que el Señor ha estado haciendo para nuestro bien. Veremos la obra terminada por el otro lado, y esto será lo que realmente va a importar de veras. Dios está bordando la imagen de su Hijo en cada uno de los que le aman y han sido llamados por Él. Nosotros no vemos esa obra que él está haciendo. Solo vemos la parte de abajo; Dios está viendo la parte de arriba. El final de la obra es lo que contará.   — ¿Te preocupa tu final?   —Piensa en ello.

Piensa en las cosas que te ocurren cómo podrían afectar al trabajo que Dios está haciendo al otro lado del cuadro.  —Medita un momento.