¿Dónde estás tú?

Gén.3:1-21

Esta pregunta es la primera que Dios hace al hombre en la Biblia. Dios había dado una responsabilidad a Adán, y ante su desobediencia le busca para preguntarle qué había pasado.

Las preguntas tienen algo muy especial: Tienden a incomodarnos. Una de las cosas que tienen las preguntas es que esperan una respuesta. Solamente las preguntas retóricas no necesitan respuesta, ya la respuesta está en la pregunta. ¿Ya estás aquí? ¿Ya has vuelto? Etc.

Los estudiantes saben que las preguntas del examen requieren respuestas. Los vendedores, mediante las respuestas a sus preguntas pueden situar al cliente en su necesidad. Los jueces determinan la culpabilidad del acusado por medio de las respuestas a las preguntas. Cada respuesta será un avance hacia su inocencia o culpabilidad.

En las bodas se pregunta: ¿Quieres por esposo/a a fulanito/a…, y se espera una respuesta. Después de presentar el evangelio también solemos preguntar: ¿Quieres recibir a Cristo como tu Salvador? Y la respuesta del corazón determinará a qué destino eterno se dirigirá.

También es cierto que las preguntas, según las respuestas, requerirán de otras preguntas. Dios preguntó a Adán: ¿Dónde estás tú?, pero luego le pregunta ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? —Y luego: ¿Qué has hecho?

Volviendo a la primera pregunta que Dios le hizo al hombre. ¿Por qué le hizo la pregunta a Adán? No fue Adán quien pecó primero, sino Eva. —Pero Dios le llamó a él porque era el responsable. Dios le había dicho a Él que no debía comer del árbol que estaba en medio del huerto. Delante de Dios son los hombre los responsables de sus familias, sobre todo en el sentido espiritual. El bien espiritual de las familias, esposa e hijos, recae sobre el varón.

Dios notó la falta de comunión de Adán con Él, y le buscó. —Así es la gracia de Dios.
Siempre es Él quien toma la iniciativa cuando nos alejamos o nos escondemos de su presencia.
Adán se escondió entre los árboles del huerto. Los árboles del huerto pueden ser para nosotros nuestras excusas, nuestros problemas, nuestros razonamientos.

¿Te imaginas que el Señor te preguntara: Dónde estuviste durante la Conferencia Misionera?
¿El viernes a las 7:30? ¿El sábado a las 6:00? ¿El domingo a las 11:00? ¿A la tarde a las 7:00?
¿Dónde estás tú, cuando hay cultos? ¿Dónde estás tú cuando hay reuniones especiales? ¿Dónde estás tú cuando eres necesario?

Se cuenta que Napoleón, pasando revista a una tropa encontró a un hombre con múltiples cicatrices. Se paró frente a él y le dijo: ¿Estuviste en la batalla de tal? Y el soldado respondió: ¡Estuve! ¿Estuviste en Tal?… ¡Estuve! Y así preguntó por otras tantas batallas. Y en todas respondía ¡Estuve! Y Napoleón le escogió como ayudante personal de confianza.

Yo no sé si el Señor nos escogería como Napoleón a aquel buen soldado. Pero si te preguntara: ¿Estuviste tú en tal culto…? —O en tal otro, etc. ¿Cuántas veces podrías decir: ¡Estuve!

Hnos. La fidelidad a la casa de Dios es muy importante. Cuando se abren las puertas de la Iglesia es que la congregación se va a reunir con el Señor. y… ¿dónde estás tú?

Y una cosa más.
Hemos dicho que las preguntas requieren respuestas, y tú debes dar tu respuesta al Señor.
Y también hemos dicho que incomodan. ¿Te incomoda que te pregunten: Dónde estás tú? —0 ¿dónde estabas tú?

Hnos. debemos esforzarnos en ser más fieles al Señor y a Su iglesia.
No se puede ser fieles al Señor si no somos fieles a Su iglesia.