Sobre las energías

He.1:3 leemos lo siguiente: “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder”.

¿Has pensado un momento en qué pasaría si no existiese la ley de la gravedad? Los ríos se desbordarían de su cauce, el mar inundaría el planeta, y nosotros saldríamos disparados hacia el exterior. 

Si no hubiese la ley de la gravedad:

  • la Luna se saldría de su órbita
  • la Tierra pulularía por el espacio sideral
  • el Sol no sería el centro de nuestro sistema
  • y las galaxias se desorganizarían convirtiéndose en un caos

¿Recordáis la historia sobre Isaac Newton y la manzana?  Él se hizo famoso por descubrir este principio. He leído este extracto de un artículo que hablaba sobre este principio de la gravedad o gravitación:

“¿Cuál es la causa de la gravedad? ¿Por qué existe la gravedad? Quien responda satisfactoriamente a esta pregunta se ganaría el Premio Nobel de Física, porque ésta es una de las interrogantes más interesantes que tiene la ciencia moderna. Hasta ahora, nadie ha dado con la respuesta”.

¿Podemos responder a la pregunta: “Cuál es la causa de la gravedad? o, ¿Por qué existe la gravedad? Pienso que la Palabra de Dios tiene la respuesta de una manera clara y concisa.

En He.1:3 hemos leído: “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder (dunamis=fuerza)”.

La palabra sustentar, en Gr.: Phero, significa exactamente lo que entendemos: Sustentar. El Señor Jesús es quien sostiene, sustenta, lleva a adelante, soporta todas las cosas, por la palabra de Su poder.  Pienso que lo que sostiene todas las cosas juntas: los átomos con sus protones y electrones; Lo que mantiene juntos al oxígeno y al hidrógeno, (H2O), etc., es la palabra de poder del Señor. Si Él no lo estuviera sustentando, el agua se descompondría y dejaría de existir.

Todo se saldría de su órbita. El Sol, la Luna, las estrellas, las galaxias y aun nosotros saldríamos despedidos sin control pululando por el espacio. Pero es por la palabra del Hijo que todo se mantiene unido y en orden. Es difícil, si no imposible, hablar de casualidad como hacen los que creen en el Big Bang y la evolución.  De ser cierta esta teoría, nos tenemos que preguntar:

¿Qué fuerza hizo que se fuesen uniendo esos protones y electrones que forman los átomos?
¿Qué hizo que se pusiesen en orden y así se mantienen por siglos?

El caos, de forma natural, no produce el orden; más bien es al contrario, el orden si puede acabar en el caos. Existe la ley de la entropía que nos enseña que la energía que se libera de un sistema no será capaz de volver a generar la energía y materia que tenía antes de ser liberada. Ha habido una pérdida de sus valores/de su potencial. El Sol libera energía constantemente, pero la energía que libera ya no podría volver y convertirse en la energía que tenía cuando fue liberada.

Cuando un coche en marcha libera energía, la energía que libera no podría convertirse de forma natural en energía que pudiese poner el coche en funcionamiento. Hay un desgaste de energía que no puede ser recuperada para hacer el mismo trabajo.

Hasta el día de hoy todo sigue este proceso. El Señor sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Si embargo, por otro lado, todo está sufriendo un desgaste de forma natural. Ese desgaste de energía es consecuencia directa del pecado de Adán y Eva. La creación fue maldita y el hombre debería acabar muriendo. Esa muerte y esa maldición es de lo que nos habla Pablo en Rom.8:19-23  LEER

La creación fue hecha perfecta y el hombre también, pero el Señor ordenó ese deterioro por causa del pecado. La muerte natural podría entenderse como esa pérdida gradual de energía que existe desde la caída. Si no ha llegado el caos total a esta creación es porque el Hijo de Dios la sostiene con la palabra de su poder, hasta que todas las cosas sean desechas también por Su palabra.

En definitiva, todo está consumiendo energía, incluidos nosotros. Pero el Sol consume su energía para nuestro bien. Los árboles consumen su energía para nuestro bien. Todo está perdiendo energía, pero ¿en qué la gastamos nosotros? — ¿En qué invertimos nuestras energías? ¿En qué consumes la energía que produce tu cuerpo?

Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir” 2Pe.3:11 —¿Qué produce la energía que consumes cada día? — Meditemos en esto.