miércoles, noviembre 1

¿Eres necio, débil o vil? Dios te busca

1Cor.1:26-29

Algunas veces, cuando vamos a testificar por las calles, me he encontrado con alguno que dice en referencia a la Iglesia Católica Romana: “No puede ser que una iglesia tan grande, rica y poderosa esté equivocada”.

Y es que este error de juicio lo cometemos muchos, porque normalmente juzgamos que lo grande es sinónimo de bendición.

Cuando vemos una iglesia grande y llena pensamos que Dios está bendiciendo.

Y no dudamos que en algunos casos sea así. —Pero no es una regla de tres matemática.

Somos propensos a irnos a los extremos. —Solemos pensar: Si algo o alguien tiene éxito es porque vale.

Y luego pensamos de nosotros mismos: “Yo no valgo para que Dios me use”.

Pero el pasaje que hemos leído nos rompe los esquemas.

Resulta que Dios no necesita sabios, inteligentes, ricos y fuertes.

Lo que Dios necesita en realidad es alguien que esté dispuesto a ser usado por Dios.

Hombres sencillos pero con fe en que Dios puede hacer lo que ellos jamás podrían hacer en sus fuerzas.

Fue Hudson Taylor quien dijo: “El Señor estaba buscando a un hombre suficientemente débil para usar, y me encontró a mí”.

Moody dijo: “Nosotros podemos ser demasiado grandes para que Dios nos use, pero nunca demasiado pequeños”.

El hombre más humilde con su fe puesta en Dios es más fuerte que cualquier gigante.

La grandeza no la tenemos nosotros, es de Dios en quien confiamos.

Precisamente el autor de Hebreos dice en el capítulo 11, versículos 32-34

“¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros” .

Hay ejemplos suficientes en las Escrituras en los que se nos enseña que Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.

San.4:6 “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.

1Pe. 5.5 “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes”.

Lucifer cayó de su posición por ser engreído y soberbio. —Por creerse tan grande como Dios mismo.

El rey Saúl tuvo el mismo problema. Pensó que era suficientemente fuerte para hacer lo que le diera la gana y obedecer sólo hasta donde él creía. —Pero perdió su reino y su vida.

Pero también hubieron otros que, sabiéndose débiles, fueron hechos fuertes porque Dios estaba con ellos.

Moisés. ¿Qué tenía en sus manos? — La vara de un pastor. —Y con ella hizo los grandes milagros.

Samgar. (3er. Juez en el libro de los Jueces). ¿Qué tenía en sus manos? — Una aguijada de bueyes.

Un bastón largo (2,5 mt) que se usaba para pinchar a los bueyes y estimularlos a andar.

—Con ella mató a seiscientos filisteos y salvó a Israel.

Jael. ¿Qué tenía en sus manos? — La estaca de una tienda y un mazo.

—Con esto mató a Sísara, general del ejército de Canaán.

Gedeón. ¿Qué tenía en sus manos? — Un cántaro y una tea.

— Con esto Gedeón y los 300 vencieron a los madianitas.

Sansón. ¿Qué tenía en sus manos? — La quijada de un asno. — Con ella mató a mil filisteos.

David. ¿Qué tenía en sus manos? — Una honda y cinco piedras.

—Y con una sola piedra y su honda mató al temible Goliat.

Hnos. Es un insulto a Dios desmerecernos a nosotros mismos para no entrar en el servicio al Señor.

Eso denota en realidad que sólo confiamos en nuestras fuerzas.

—Y como somos débiles, pensamos que no podremos hacer grandes cosas.

Solamente nos fijamos en nuestra flaqueza y debilidad, pero no damos valor a lo que Dios puede hacer a través de alguien que quiere ser usado por Él.

Una cosa es que nosotros sepamos que no valemos nada, pero por otro lado debemos confiar en que nuestra necedad puede avergonzar a los sabios.

Podemos pensar de nosotros mismos que somos muy débiles, pero debemos reconocer que, aún con eso, Dios puede usarnos para avergonzar a los fuertes.

Dios no usa lo que está contaminado y es pecaminoso, pero sí usa lo débil, lo vil, lo necio y lo despreciado.

Dios no busca a los prepotentes, engreídos, y sabiondos. —Lo que Dios busca es hombres y mujeres humildes que saben que con Dios podrán hacer maravillas.

No te fijes en tu pequeñez, piensa más bien en el poder de Dios para que hagas proezas para Él. No valen excusas..