miércoles, noviembre 1

A los esposos

Gen.3:9 Efe.5:25                    

Sé que algunas cosas que voy a decir esta mañana no serán cosa nuevas, pero si serán verdad. Y por ser verdad y además necesarias, debemos repetirlas de nuevo.

Hoy en día estamos viviendo una gran escasez de líderes, tanto en las iglesias como en nuestros hogares. Posiblemente una cosa lleva a la otra: —No hay líderes en el hogar, tampoco en la iglesia.

Hay iglesias que están gobernadas por esposas a través de sus maridos pastores. —Esto es grave error.

El feminismo (contrario a la P. de Dios) y su empuje desde las escuelas, está provocando la crianza de hombres sin apenas capacidad de liderazgo.

Así, los hombres están dejando las posiciones en que Dios les pone y dejan este lugar a sus esposas.

Hnos., Dios ha dado responsabilidades diferentes a los hombres y a las mujeres. Nos ha dado papeles diferentes en el hogar y en la iglesia desde sus respectivos principios.

En los pasajes que hemos leído tenemos algunas cosas que debemos notar.

En Génesis vemos que, después de la desobediencia, Dios llama al hombre para pedirle cuentas. Pero, ¿por qué creéis que le llama a él? — ¿No fue Eva la que primero cayó en el engaño de Satanás? ¿Por qué llamó Dios a Adán? —Porque  Adán tenía la responsabilidad, no Eva.

Gen.2:16-17 “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 17 –mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.

Fue Adán quién recibió el mandamiento. —Eva todavía no había sido formada.

Pero, en el segundo pasaje, en Efesios, el Señor comienza a hablar a las esposas, no a los esposos.

¿Por qué no empezó por los esposos como lo hizo en Génesis? Pienso que el Señor está hablando de las responsabilidades, y comenzó por la responsabilidad más pequeña.

Es posible que las esposas digan, “Si, Si…, la más pequeña”. Someterse… Sujetarse a mi marido… Y no es que sea pequeña en sí, sino que es la más pequeña de las dos responsabilidades.

Pero veamos la responsabilidad de los esposos:

“Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la iglesia…”. — ¡A Su Esposa!

Fijémonos que el Señor no nos dice amadlas como al Señor, como les dijo a ellas.

A ellos dice: amad… como Cristo amó. —Y esto es muy diferente. — ¡Maridos, la meta es mucho más alta!

A las esposas se les dice que nos amen como aman al Señor. —Con todas las humanidades e imperfecciones.

Pero a los esposos se nos dice que las amemos igual que Cristo ama a Su Amada. (Su Iglesia).

¿Cómo amó Cristo a su iglesia?  —Con un amor incondicional, amplio, perfecto y completo.
¿Se interesa Cristo por nuestras necesidades? —¿Se interesa por nuestras cosas? —¿Somos importantes para Él?

Así debemos amar a nuestras esposas: No como al Señor. — ¡Sino como Él mismo ama!

¿Cuánto me interesan las necesidades de mi esposa? ¿Son importantes para mí sus cosas? ¿Sus problemas?

No podemos ser despreocupados.  No podemos desentendernos de los problemas del hogar. Un hogar necesita un líder espiritual, un pastor…, que hace lo posible por comprender a su esposa y a sus hijos.

Que se preocupa para que en su casa se practiquen los principios y enseñanzas de la P. de Dios.

¿Estás amando a tu esposa como Cristo? —A mí me falta más para cumplir mi parte que a Fina la suya.

Creo que las esposas aman a los esposos como aman al Señor. Con dedicación, entrega y deseos de agradarles. Sin embargo, los esposos siguen siendo responsables de sus esposas y de sus hijos. Cuando debemos tomar una decisión hemos de tratar de escuchar el punto de vista de nuestra esposa. Ella es nuestra ayuda idónea. —Luego hay que orar por ello, y finalmente tú tomas la decisión.

Puede que ella tenga razón en lo que te dice, entonces cambias, porque el interés es de ambos. Puede que no estemos de acuerdo al final, entonces, en buena conciencia delante de Dios, tú tienes que hacer lo que debes hacer. —Pero nunca lo hagas por llevarle la contraria… Nunca por cabezonería. —Porque se tomas una decisión a sabiendas que el consejo de tu esposa es el que debías seguir, pagaréis todos las consecuencias.

El esposo, con un corazón sincero delante del Señor, al final debe hacer lo que cree que debería hacer.

El Señor es el ejemplo de los esposos. —Y Él no siempre nos da lo que le pedimos o lo que queremos. Pero cuando no nos lo da lo que pedíamos, no es por tozudez; sino por amor.

Esposos, oremos para que el Señor nos dé sabiduría para con nuestras esposas y nuestros hijos. Pídale al Señor que te enseñe a amar a tu esposa como Cristo amó a Su Esposa. A nuestras esposas les será mucho más fácil someterse si tienen un marido que las ama.

Y así, pronto veremos los frutos de nuestra actitud en nuestros hogares.