Una libertad completa (I)

Jn.11:38-44 LEER
Este es uno de los pasajes más conocidos de los evangelios. —La Resurrección de Lázaro.
He visto que este pasaje también nos aporta enseñanzas muy prácticas para nosotros hoy.
El Señor Jesús espera que Lázaro pase de la enfermedad a la muerte y luego decide ir.

Jn.11:1-7 LEER
Ahora está ante la tumba y da tres órdenes:
“Quitad la piedra”; “¡Lázaro, ven fuera!”; “Desatadle, y dejadle ir”.
Estas tres órdenes tiene aplicaciones espirituales para nosotros hoy.

I.“Quitad la piedra”.
Esta palabra puede muy bien aplicarse a la evangelización de los perdidos. La piedra puede referir al corazón duro o a la falta de conocimiento de Dios. La piedra separaba el interior del exterior. Aquella piedra separaba al muerto de Aquel que es la Vida. Y la piedra debía ser quitada antes que nada.

Veamos algunas cosas bajo esta orden del Señor.
Algo para reseñar es que aquella piedra debía ser quitada por otros. El muerto que estaba dentro no podía hacerlo. El Señor no se dirige a Lázaro, sino a los que estaban allí fuera. ¡Cómo nos recuerda esto a las palabras del apóstol Pablo a los romanos.

Rom.10:14-15a nos dice:

“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?”.

El Señor está enviando a que quiten la piedra de delante del muerto. Han de ser otros quienes quiten la piedra; el muerto no puede hacerlo por sí mismo. Es como el que está muerto en sus delitos y pecados. Alguien tiene que predicarles el evangelio: Esos son los que quitan la piedra.

Cuando el Señor nos manda ir y predicar el evangelio nos está diciendo: “¡Quitad las piedras de delante de los muertos!”

Otra cosa que es digna de reseñar es que no son los que quitan las piedras los que salvan. Ningún hombre puede salvar a otro. Es el que TIENE la Vida; el que ES la Vida, el único que puede dar Vida a los muertos.

Otra aspecto a destacar es que aquel que estaba muerto era muy amado del Señor.

Jn.11:3

“Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo”.

Ver.5

“Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro”.

Así es con todos los que están muertos espiritualmente; El Señor Jesús les ama.
Podemos buscar muchos pasajes en los que se demuestra cuánto amor tiene el Señor por los que están espiritualmente muertos.
Podemos recordar en Juan 4 cómo el Señor salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea. Y nos dice que “le era necesario pasar por Samaria”. No era físicamente necesario pasar por Samaria, pero él amaba a los samaritanos y de ahí su necesidad de pasar por allí. Su necesidad de pasar por Samaria era el amor por los samaritanos que estaban muertos.

El amor del Señor Jesús es individual. —Él amaba a Lázaro.
Pero el ama a Juan, a Antonio, a Santiago, a… Él ama a cada uno de nosotros en particular.

¿Os acordáis de la oveja perdida? ¿Qué hizo por ella?

Luc.15:4-6

“¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido”.

Si Dios quiere continuaremos con este devocional.