miércoles, noviembre 1

Todos los días

Mat.28:18-20  En la Biblia encontramos montones de piedras preciosas como lo son las promesas de Dios.

La Palabra de Dios es como un cofre del que podemos sacar tantas joyas como necesitemos para nuestra vida cristiana.

Ésta de hoy es una de las joyas del N.T.  —Es un brillante que brilla más que el Sol. Aun cuando el Sol se oscurece en la tarde, esta promesa sigue brillando.

“He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

Si estas  palabras las hubiese dicho un hombre no tendría mucho sentido; más bien sería una falacia.

Cuando nos unimos en matrimonio se hace la promesa de estar con su amada o amado “hasta que la muerte nos separe”.

Pero vemos cuán falibles son esas promesas. —Al final, todo depende de las circunstancias. Las palabras de los hombres, como decíamos un día, se las lleva el viento cuando cambia de dirección. Pero estas palabras las dijo alguien que no depende de las circunstancias ni de los momentos.

El Argumento Teleológico nos enseña que por el Efecto se puede saber algo de cómo es la Causa. A tenor de este argumento y de este versículo, ¿cómo creéis que es el que lo prometió? El que prometió estas palabras tiene que tener cualidades para poder cumplir su promesa pase lo que pase. De manera que el que prometió tiene que ser:

Omnisciente – Tiene que saber en todo momento qué es lo que me pasa.
Omnipresente – Tiene que poder estar en todo momento donde yo estoy.
Eterno – Tiene que serlo para poder cumplir con su promesa a través de los siglos.

Ya hace dos mil años que el Señor lo prometió, y lo seguirá cumpliendo por toda la eternidad.

¡Cómo nos recuerda esto a lo que se nos dice en el Sal.121! —“Jehová es tu sombra a tu mano derecha”. ¿No es precioso, hermanos? —Cristo está contigo ¡TODOS LOS DÍAS!

TODOS – Esto significa cuando llueve y cuando hace un sol radiante.

Cuando estás triste y cuando estás contento. —Cuando todo sale bien y cuando todo sale mal.
Cuando tienes dolores. —Cuando estás convaleciente y cuando te sientes bien.

El Señor nos dice: “todos los días”. ¡Qué bendición! —Cuando hay malas noticias. —Cuando hay desánimo.

Cuando nos tratan injustamente. —Cuando te sientes solo. —Cuando nadie te comprende.

Cristo está contigo todos los días de tu vida.

Este es un gran consuelo para los hijos, los padres, las esposas, los maridos, los padres y las madres, las suegras y suegros, los abuelos los pastores, sus esposas, los misioneros… para todos los que confían en Él.

El Sal.23 dice: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.”

El Señor encargó una gran tarea a sus discípulos: 1. Hacer discípulos, 2. Bautizarlos, y 3. Enseñarles. Pero sabía que necesitarían ayuda y les dejó esta preciosa promesa. —Y la promesa sigue con nosotros.

Él sabía que, desde entonces, y a través de los siglos, vendrían pruebas, sufrimientos, luchas, contrariedades.

Pero la promesa es: “hasta el fin del mundo”“Hasta la consumación de los siglos; de las eras”. (Así en Gr.)

Ahora, mientras estamos en este mundo, Él está con nosotros todos los días hasta el fin. Luego seremos nosotros los que estaremos con Él para siempre.

Dejadme concluir con una historia:

Se cuenta que una Sra. fue a visitar al pastor de una iglesia. Cuando el pastor la recibió le preguntó a qué se debía su visita. Ella le mostró su deseo de que fuese a visitar a su padre que iba a morir. —El pastor la acompañó. Al llegar a la casa le presentó a su padre y les dejó solos. El pastor se disponía a tomar asiento en una silla que había junto a la cama, cuando el anciano le dijo:

“No, en esa no, coja aquella, por favor.” —El pastor, aunque extrañado, obedeció.

Cuando el pastor se hubo sentado, el anciano le explicó: Se habrá extrañado de que le dijese que cogiera otra silla, ¿verdad? —El pastor dijo: “Pues, la verdad es que si”.

Entonces el anciano moribundo le explicó que hacía algunos años, cuando aún no sabía cómo orar, alguien le dijo: “Ud. debe hablar con Cristo como si estuviese a su lado. De hecho Él está siempre a su lado”.

Desde entonces, cuando oro, hablo con Él como si estuviese sentado ahí mismo. La conversación fue muy amena el resto del tiempo.

Pasados unos días, el pastor vio a la Sra. y le preguntó por su padre. —Ella le respondió: “Precisamente ayer le enterramos. Pero debo decirle que murió de una forma muy rara. El acostumbraba a tener una silla junto a su cabecera, pero cuando murió le encontramos con sus brazos extendidos sobre la silla. ¿No es extraño?”

El pastor, visiblemente conmovido le respondió: —“Ya que todos muriésemos de esa forma tan extraña.”

Esta es una historia que nos habla de cómo orar y de que Cristo está siempre con nosotros.