miércoles, noviembre 1

Sobre la obediencia

Jer.35:10-14

El trasfondo de este texto es la obediencia de los Recabitas a la orden de su padre Jonadab. Los recabitas fueron fieles a lo que su padre les había ordenado. El Señor le dice a Jeremías: Coge a los hijos de los recabitas y llévalos a la casa de Jehová y dales a beber vino.  Jeremías los llevó y les ofreció a beber vino. —Pero ellos no lo bebieron.

Ver.5-9 LEER

Jonadab Había ordenado a Recab, su hijo, y a su familia: No beber vino y vivir en tiendas. Y ellos habían obedecido por años. Ahora Jeremías les prueba de parte del Señor, y la prueba sale fallida. Ellos no bebieron vino. Y de ahí sale la lección que Dios quería que Jeremías llevara a su pueblo.

Ver.13 “Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vé y di a los varones de Judá, y a los moradores de Jerusalén: ¿No aprenderéis a obedecer mis palabras? dice Jehová”.

Los Vv.14-16 son una reprimenda al pueblo de Dios.

El tema de la obediencia es un tema muy importante en la Palabra de Dios. La comparación en este pasaje es sencilla: El Señor viene a decirles: Los recabitas obedecen a su padre en una ley que no es de parte mía, sin embargo, ellos son más obedientes a su padre que vosotros lo soy a mí.  Es como si el Señor se maravillara de esa obediencia completa a un hombre y a Dios no se le hace caso. Junto a la fe, es la obediencia lo que más aprecia el Señor de aquellos que dicen amarle. De hecho, la fe es confianza en lo que Dios nos dice, por tanto, uno de los aspectos de la fe es la obediencia. —Si obedezco es porque creo en lo que Dios me dice; si no lo obedezco es que no lo creo.

¡Cómo debe doler al Señor que no le hagamos caso! —Si no creo, no obedezco; y, si no obedezco es que no creo.

El Señor dice: “Si me amáis, guardad [retened] mis mandamientos”. (Mis órdenes). Jn.14:15.

Hnos. El Señor tiene toda autoridad, ¿por qué no obedecerle? Los vientos le obedecen, los espíritus le obedecen, las olas se calman a su mandato, la vista vuelve cuando Él lo ordena, ¿Por qué nosotros somos tan insensatos de no obedecerle?

Mal.1:6  “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros,”.

Malaquías profetiza a los sacerdotes que habían salido de la deportación de Babilonia. Y podríamos preguntarnos, ¿cómo es posible que conociendo la historia de su propio pueblo, y habiendo salido de una deportación de 70 años, no hubiesen  aprendido a obedecer?

En verdad que el corazón del hombre es duro; muy duro. Dios les había dado prueba tras prueba del cuidado y bondad que tenía a su pueblo.  Pero su pueblo seguía endurecido. Es por eso que les fue puesto un velo para que viendo no sean ni entiendan.

Pero me pregunto: ¿Podría pasarnos también a nosotros que siendo desobedientes de forma tozuda perdamos la visión y la capacidad para entender y discernir las cosas de Dios?

Rom.11:8 “Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy”.

Cuando desobedecemos al Señor no solo nos alejamos de Él, sino que perdemos visión. Nuestros ojos espirituales se obscurecen, y nuestros oídos se vuelven deficientes para oír. El Señor nos ama tanto que no escatimó ni a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros. Y además está dispuesto a no negarnos ninguna cosa.

Rom 8:32  “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”

Gál.2:20 “…el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

Efe.5:2 “…como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros,”.

Efe.5:25 Hablando de la iglesia: “…así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,”.

Cristo se entregó, se entregó, se entregó… Hnos. ¿Qué más deberá hacer el Señor para que le obedezcamos? Si nosotros le amamos a Él es porque Él nos amó primero. Él nos buscó, nos sacó del lodo cenagoso y del pozo de la desesperación. Nos libro Él mismo de un castigo de condenación justo.

“¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? — Heb.12:9

Meditemos en nuestra vida de obediencia.