miércoles, noviembre 1

Preparándonos para la próxima batalla

1Sam.17:28-30, 33-37

Es curioso notar que aquél en quien Samuel pensó que sería el rey escogido por Dios (Eliab), estaba escondido

entre los demás. –No estaba preparado para luchar contra el gigante.

De hecho, le despreció a su hermano menor diciéndole: “Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido”.

Habría que preguntarle a Eliab: ¿Qué batalla? —No había lucha. —Estaban todos acobardados.

Estaban recogidos ante aquel Goliat que les desafiaba.

Pero la lección que saqué de aquí es que David, antes de derrotar a Goliat, tuvo que estar preparado.

Tuvo un oficio que le entrenó con la honda.

Quizá no le gustara ser el pastorcillo de la familia.

Quizá no entendía por qué tenía que cuidar de las ovejas de su padre.

Pero el caso es que mientras él iba entrenándose con la honda día a día, Dios le estaba preparando

para ser un día el paladín nada menos que del ejército de Israel.

Si no hubiese estado cuidando y practicando con las ovejas Dios no hubiese podido usarle contra Goliat.

Esta es una sencilla lección que debemos aprender, Hnos.

Quizá no nos guste lo que estamos haciendo o lo que nos toca hacer en este momento.

Pero no te quepa ninguna duda que lo que estás aprendiendo hoy te servirá en alguna de las batalla de la vida cristiana que habrás de enfrentar más adelante en tu vida.

Este es quizá uno de los mayores problemas que tenemos ante las adversidades y tribulaciones con que nos

encontramos en nuestro diario vivir. – No aprendemos hoy y mañana seremos derrotados.

El libro de Hebreos es muy claro acerca de este entrenamiento.

He.5:11-14

Nos habla de los que son maduros y de los que tiene que beber siempre leche.

No pueden tomar ningún alimento que sea más duro que la leche.

No han aprendido a masticar alimentos sólidos.

Las enseñanzas de la Palabra de Dios no son comprensibles para ellos.

Si no son enseñanzas sencillas no las comprenden. – Y no aprenden más en su vida cristiana.

–No maduran en su entrenamiento.

Las cosas que les suceden en la vida diaria no son lecciones para ellos. – Por eso no aprenden más que lo

que ya saben.

No practican. –No ejercitan sus sentidos para adquirir experiencia en los avatares de la vida.

Y Dios no puede usarlos para las grandes victorias en su propia vida o en la vida de su familia, o en la vida de otros.

Dios tiene un propósito distinto para cada uno de sus hijos.

Por eso cada uno vive experiencias distintas en el trascurso de su vida. —No hay dos vidas iguales.

Sin embargo, como cada uno somos distintos y también cada uno tenemos vivencias diferentes, así cada uno debe aprender de las circunstancias que Dios le permite vivir de forma personal.

Ese es el programa de entrenamiento que el Señor tiene de forma individualizada.

La mayor de las tristezas es que no aprendamos lo que Dios nos quiere enseñar en cada una de nuestras diferentes experiencias que vivimos.

David aprendió algo que incluso podía ser de poca importancia fuera del contexto de los rebaños y la vida pastoril.

Sin embargo, por haberlo aprendido, Dios le usó de una manera extraordinaria.

Hnos., aprendamos de las lecciones diarias para que, a través de  nuestras circunstancias, podamos ir adquiriendo la experiencia que necesitaremos para la próxima batalla.

Perdemos muchas batallas por no haber aprendido de los anteriores conflictos que hemos luchado.

Colaboremos con el Señor en las lecciones que nos quiera enseñar de aquí en adelante, porque vendrán batallas que, de no estar preparados, perderemos.

Hno., aprende lo que puedas en las circunstancias que tengas que vivir, porque seguro que un día Dios podrá usarlo para darte victoria ante los goliats de la vida.