¡Oh!, Que Tuviera Lenguas Mil

Por Alejandro Sánchez

Sin lugar a dudas, los más influyentes de la himnología inglesa han sido Isaac Watts y Charles Wesley.  Se puede bien decir que Charles tomó la antorcha de Isaac Watts.

Tanto John Wesley como su hermano Charles fueron conocidos por su entrega a la obra de Dios. Uno predicando y el otro componiendo y cantando.  Ambos fueron bien poderosos en su materia y muy usados por Dios.  Hermanos muy disciplinados tanto en el estudio como en su vida personal, se les empezó a llamar metodistas.  Quizá la herencia venga de una madre que les enseñó a ser disciplinados.  Susana Anesley Wesley tuvo que serlo con sus diecinueve hijos a los que educó con eficacia y delicadeza a la vez.

Estos dos hermanos estudiaron en la prestigiosa universidad de Oxford.  Al acabar sus estudios la Iglesia de Inglaterra les envió a América para que se emplearan en las Colonias de Georgia y al evangelismo de los indios.  Durante el trayecto entraron en contacto con un grupo de creyentes moravos procedentes de Alemania.  Este grupo era muy conocido por su fervor misionero y por sus continuas alabanzas al Señor.

John se sintió muy impresionado con estos hermanos.  Especialmente cuando, en medio de una fuerte tormenta en pleno mar, al ver que los moravos comenzaban a cantar, preguntó a uno de ellos que estaba cantando: “¿Es que no tienes miedo?”  El moravo le respondió: “¡Gracias al Señor, no!”  Debido a este suceso John empezó a interesarse por el himnario que usaban.  La influencia morava sería manifiesta en estos dos jóvenes Wesleys en los himnos e himnarios que publicarían más tarde.  La mayoría serían publicados por John.

A la vuelta de América volvieron a entrar en contacto con otro grupo de moravos. Este segundo contacto sería decisivo para sus vidas y ministerios.  Ambos se dieron cuenta de que su vida era más religiosa que verdadera.  Aquellos moravos tenían algo de lo que ellos carecían.  Realmente no habían recibido a Cristo en sus corazones. Y esto hicieron.  A partir de aquí sus vidas tomarían otro rumbo.

El himno que hoy nos ocupa fue escrito por Charles Wesley en 1749, justo en el aniversario de su conversión.  Ahora hacía once años que conocía al Señor.  Tomando las palabras de otro gran líder moravo, Peter Bohler, quien dijo: “Si tuviese mil lenguas alabaría al Señor con todas ella,” Charles compuso este poema.

Cuando se editó se le puso el siguiente título: “Para el Aniversario de la Conversión de Uno.” Tenía doce estrofas; la mayoría se dejaron de usar por reflejar demasiado personalmente la experiencia de la conversión de Charles.

Charles Wesley fue un incansable poeta. La mayoría de sus 6500 himnos fueron escritos a lomos de su caballo mientras iba de aquí para allá ministrando a las diferentes comunidades.

Nació el 18 de diciembre de 1707 y murió el 29 de marzo de 1788.  Antes de morir pidió papel y pluma para escribir su último himno y un poema para su esposa.  Luego le dio la pluma a su esposa y se puso a cantar un himno de Watts titulado: “Alabaré a mi Hacedor Mientras Tenga Aliento.”  Pronto después estaría en los brazos de su Salvador.

Es bueno no dejar de lado los himnos de la fe que cantaron nuestros antepasados.

 

¡Oh! que tuviera lenguas mil, del Redentor cantar,

La gloria de mi Dios y Rey, los triunfos de su amor.

Bendito mi Señor y Dios, te quiero proclamar;

Decir al mundo en derredor, Tu nombre sin igual.

Dulce es tu nombre para mí, pues quita mi temor;

En él hay salud y paz para el pobre pecador.

Rompe cadenas del pecar; al preso librará;

Su sangre limpia al ser más vil, ¡gloria a Dios! soy limpio ya.