No dejes que te engañen

Sal.2

Mientras te dicen que la ciencia avanza mucho —y en parte es verdad— los hospitales siguen llenos y sin dar abasto.  —Y más se inauguran, más falta hacen.

Mientras te dicen que la paz está cada vez más cerca, más conflictos odios, enfrentamientos y guerras hay.

Cuanto más está abarcando cierto tipo de Islamismo en nuestras tierras occidentales más temor infunden sus ataques terroristas y aparecen donde menos te lo esperas.

Mientras te dicen que la educación parece ser la clave de los principales problemas de la sociedad, más y más problemas tenemos en todo sentido.

Los jóvenes estudiantes se convierten en torturadores, maltratadores y delincuentes.

Mientras dicen que están procurando el bienestar social aumenta cada día más la diferencia entre ricos y pobres. —Los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.

Mientras te dicen que la sociedad va cada vez mejor, cada vez más las familias se rompen, se desintegran, los hijos tienen nuevos padres o madres y nuevos hermanastros.

A los niños se les multiplican los tíos y abuelos.

Por otro lado vemos padres matando hijos; hijos maltratando a sus padres.

Mientras nos dicen que estamos en la era de las comunicaciones, resulta que estamos más desconectados que nunca.

¿Cuántos sabrían decirme cómo se llama tu vecino de la puerta de al lado?

Enviamos mensajes instantáneos al otro lado del mundo, pero nos cruzamos con un vecino y apenas le decimos “buenos días”.

Mientras nos dicen que estamos evolucionando, resulta que estamos involucionando hacia los instintos más bajos y cercanos a los animales.

Mientras se habla del amor propio, la autoestima y el quererse a uno mismo, nos vamos alejando más y más de nuestros prójimos.

Mientras se habla de solidaridad, menos nos interesan los problemas de los demás.

Supongo que la lista podría seguir más larga.

Pero, ¿por qué es todo esto? — ¿Qué causa que nos quieran hacer creer todas estas cosas mientras ocurre todo lo contrario?

La respuesta es realmente sencilla. — No quieren reconocer que habiendo despojado a Dios, están ahora sufriendo las consecuencias.

¿Qué puedes esperar de una sociedad sin Dios?

Ellos dijeron hace algunos años: “Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas”. Y así les va.

A una sociedad sin Dios no le puede ir bien nunca.

No ha habido ninguna sociedad que haya sido bendecida sin Dios. —No la hubo ni la habrá.

Y nos dice el Salmo: “El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos”.

Esta palabra: “Burlará”, en He. (laág) significa ridiculizar o escarnecer.

Y Hnos. ¿No creéis que esto es lo que está pasando hoy día?

Esa es la razón por la que según ellos todo va bien. —Pero no debemos dejarnos engañar.

Sencillamente: NO VA BIEN – Vamos de mal en peor. —Esta sociedad se desquebraja por todos lados.

La misma creación está harta de aguantar a sus moradores.

Pero el texto sigue diciendo: “Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira”.

Esta es una clara advertencia de lo que ocurrirá “luego”, o sea, después de la burla.

La palabra turbar nos habla de aterrar. — Este mundo estará aterrado cuando venga la Gran Tribulación.

La arrogancia de esta sociedad se convertirá en terror y espanto para los que queden en este mundo.

Vv.10-12 “Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. 11 – Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor. 12 – Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;  Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían”.

Esta es la única recomendación que el Señor hace a los reyes y príncipes de esta sociedad:

“Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;  Pues se inflama de pronto su ira”.

Las palabras se inflama de pronto significa: que prontamente o en breve se enciende su indignación.

No dejes que te engañen, los que realmente son bienaventurados son los que confían en el Señor.

Estamos en un mundo que ha vuelto la espalda a Dios, pero, aún así, los que confían en Dios son bienaventurados por dos cosas: 1. Porque le tenemos a Él.

2. Porque él nos sacará de debajo de su terrible enfado con esta sociedad.

Recuerda, sólo son bienaventurados los que tienen su confianza en el Señor de cielos y tierra.