miércoles, noviembre 1

Lavaros los pies unos a otros

Jn.13:2-17

Este es uno de esos pasajes de los que no se habla mucho en los púlpitos. Parece que hay un cierto temor a tocarlo porque hay grupos que practican el lavamiento de pies. Lo primero que hemos de decir es que no entendemos que el Señor estaba instituyendo otra ordenanza.

Lo que sí estaba haciendo es enseñarles a los apóstoles algo que les hacía falta. Unos pocos días antes ellos habían estado discutiendo quién sería el mayor en el Reino.

Mar.10:35-45 LEER

Pero ellos no fueron los únicos.  —Los otros apóstoles también discutían sobre esto mismo.

Mar.9:33-35

“Y llegó a Capernaum; y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, quién había de ser el mayor. Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos”.

Y parece que esta lección debían aprenderla con una lección objetiva y práctica. Y debían aprenderla antes de que el fuese tomado preso y después crucificado.

Así que el día que celebraron la pascua y el Señor instituyó la Santa Cena, tomo una toalla, y un lebrillo con agua y se arrodilló delante de cada uno de ellos para lavarles los pies.

Jn.13:6-7

“Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.»

Pero vemos que tiene una tremenda enseñanza. La enseñanza general es que el creyente ya ha sido lavado. Ya ha sido bautizado en el cuerpo de Cristo de una sola vez y para siempre. Sin embargo, en su andar por este mundo nuestros pies se ensucian. Ese polvo de nuestro andar diario se nos va pegando a los pies y debe limpiarse. Esta es la diferencia entre: Tener relación con Él o comunión con Él. Fijémonos que no dice a Pedro: Si no te lavare no tendrás parte en mí. Sino que le dice CONMIGO

El creyente ya está con Cristo, pero debe lavarse los pies del polvo diario para tener comunión con Él. De lo contrario tendremos parte en Él pero no con Él. La salvación no se pierde por el polvo de los pies, pero sí la comunión. Pero tanto Pedro como nosotros podemos entender mejor lo que el Señor quería enseñarnos.

Vv.14-15

“Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis”.

Esto nos es una ordenanza, sino un principio. —Debemos lavarnos los pies los unos a los otros. Y el Señor, con su ejemplo, también nos dice cómo debemos hacerlo: Con humildad y arrodillados.

No les decimos a los demás sus defectos con orgullo o altanería. Hemos de poner en práctica el principio de sacar la biga de nuestro ojo para poder ver la paja del otro.

Veamos dos cosas importantes al practicar esta enseñanza:

1. Es un acto de humildad. 
No se puede lavar los pies de otro Hno./a sin la humildad necesaria. Si tienes que ayudar a tu hermano, cíñete la toalla y arrodíllate.

2. Debemos tener cuidado con el agua.
El agua es obviamente la Palabra de Dios. —Esa es la única agua que limpia verdaderamente. ¿Pero cómo está el agua cuando lavas los pies?  —Si está muy fría causará rechazo. El pie se retraerá.

Esto hablaría de tu frialdad al aplicar el agua. Si está demasiado caliente, quemará y causará heridas y daño. Esto sería poner demasiado ardor en tu deseo de limpiar los pies de tu hermano. Hay que poner el agua en su punto preciso mediante la oración delante del Señor.

Sería conveniente no lavar los pies de nadie antes de haber orado por esa persona con amor hacia ella. Hay que poner el agua a punto mediante la oración. A veces debes decir algo a tu hermano, pero hay que hacerlo con el agua a punto para que no queme.

Que el Señor nos ayude a aprender lavar los pies de nuestros hermanos con actitud de servicio.

¿Estás dispuesto a que un Hno./a te laven los pies del polvo del camino? ¿Estás dispuesto a lavarlos tú a otro Hno/a?   —Meditemos unos momentos.