La religión del cuerpo

1Cor.6:18-20

Este capítulo es una reprimenda del apóstol Pablo a los carnales corintios. —6 veces les dice: “¿No sabéis?”

Esta pregunta que hace seis veces quiere decir: Deberíais saber, pero no parece que lo habéis aprendido. Entre los Vv.13-20 Pablo usa la palabra cuerpo (Soma) ocho veces.

Esta mañana quisiera hablar muy someramente sobre un tema que no se puede abarcar en el tiempo de un devocional.     —Este tema es el cuerpo.

Cada año que pasa se puede distinguir con más claridad el énfasis que se hace hoy día sobre el cuerpo.

No parece que haya ninguna inquietud por las cosas que son del espíritu.

—Lo que realmente importa es el cuerpo.

Los maestros de este mundo han dicho que no hay tal cosa como un Dios al que hemos de dar cuenta.

Tienes un mal, y enseguida el médico te dice: “Tómese este fármaco químico”.

Si te duele algo, rápidamente, a la pastillita. —“No hay por qué sufrir”.

Los jóvenes y menos jóvenes van al gimnasio y, aunque les duela el ejercicio, continúan con el esfuerzo.

Todo sea por el bien del físico. —Para tener un cuerpo que puedan lucir.

Así podemos añadir los tatuajes. —Personalmente no sé qué ven de bonito en mancharse la piel con dibujos.

Con esto también está el hecho de que hay que enseñarlos, estén puestos donde estén.

Junto a todo esto, y más que se puede decir, están otros trastornos como la bulimia, la anorexia y la ortorexia.

Estas enfermedades son ya trastornos graves que afectan a la mente.

Y en algunos casos llegan a ser irremediables. (Irreversibles)

Y por encima de lo que hemos dicho se une la exposición cada vez más explícita del cuerpo en público.

Ya no hay aquello que se llamaba pudor o modestia. —Esto tenía que ver con algún concepto de moral derivada directa o indirectamente de los principios bíblicos establecidos en la sociedad.

Es realmente vergonzoso ver cómo se visten especialmente las jóvenes y jovencitas para ir por la calle.

Pero lo más grave de este tema es que afecte tan directamente sobre las mujeres y jovencitas que se denominan como cristianas o creyentes.

Hnos., el cuerpo es el recipiente del espíritu. —Del soplo que Dios dio a Adán para convertirle en alma viviente.

¿Cuándo vamos a entender que el recipiente de algo no puede ser más importante que lo que contiene?

¿A caso es más importante la botella de aceite que el aceite que contiene?  —Lo mismo con el perfume, etc.

De igual manera podemos decir: ¿Qué  es más importante, nuestro espíritu o el recipiente que lo contiene?

Cuando un joven le entrega el anillo de compromiso a su amada, ¿qué  es lo más importante que recibe, la cajita o el anillo que va dentro? —No creo que nadie tire el anillo y se quede con la caja.

Puede que la caja sea preciosa y la guarde con cariño, pero lo que lucirá no será la cajita sino el anillo.

Hnos. es cierto que hemos de cuidar el cuerpo, pero sin olvidar que el espíritu es mucho más que el cuerpo.

Nuestro cuerpo es el tabernáculo de nuestro espíritu y también es templo del Espíritu de Dios.

El Señor nos dice: “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, 4 – sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. 5 – Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios…”, 1Pe.3:3-5.

Pablo dice a Timoteo: “Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”, 1Tim.4:7-8.

¿Pensáis que una joven o mujer santa iría exhibiendo por la calle partes de su cuerpo que debería tapar?

Estos pasajes nos hablan de la modestia por fuera, pero también de lo que es más importante, ya sea de la mujer como del hombre. “El interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible”.

Y esto, se nos dice, “es de grande estima delante de Dios”.

La ropa muy ceñida, los escotes muy profundos, las faldas más arriba de la rodilla los pantalones demasiado ajustados de los hombres, son inmodestos.

—Los hombros al aire, tanto en hombres como en mujeres, no son aceptables.

—No corresponden a los creyentes piadosos.

Las minifaldas y los shorts se inventaron para que las mujeres enseñen sus piernas. Y cada vez son más indecentes.

Hnos. sé que estas cosas no son agradables de escuchar, pero podríamos decir como Pablo: ¿No sabéis…”.

Fijémonos en aquellos hombres y mujeres que tenemos por espirituales e imitémosles.

No es posible que un hombre o una mujer espiritual vayan medio desnudos por la calle.

Incluso dentro de casa debemos mostrar cierto recato. —Os digo que muchos de los incestos vienen por la falta de ropa incluso en casa.

La modestia no es algo que se debe imponer, sino que se algo que se debe tener.

—No despreciemos la amonestación del Señor.