miércoles, noviembre 1

El Campo de Nuestra Alma

Pro.24:30-34

“Pasé junto al campo del hombre perezoso, Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento; Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, Ortigas habían ya cubierto su faz, Y su cerca de piedra estaba ya destruida. Miré, y lo puse en mi corazón; Lo vi, y tomé consejo. Un poco de sueño, cabeceando otro poco, Poniendo mano sobre mano otro poco para dormir; Así vendrá como caminante tu necesidad, Y tu pobreza como hombre armado”.

Este es un pasaje clásico que nos habla sobre la pereza. Al perezoso se le compara aquí al hombre sin entendimiento. Es muy posible que Salomón en efecto pasase por el campo de un perezoso. Pero creo que el hecho de decírselo a su hijo era con la intención de sacar una analogía mucho más profunda que simplemente un hecho. Una enseñanza espiritual.

Algunos comentaristas ven aquí el campo del incrédulo desinteresado del evangelio. Un campo que no ha recibido la buena semilla. En su correr por la vida los vicios han plagado el campo. La cerca de las enseñanzas morales que tuvo un día casi han desaparecido. Las costumbres más recientes y sus propios deseos han derribado la cerca.

Hace falta que ese campo sea limpiado, sembrado y preparado. Hacía falta hacer barbecho en el campo para que dé fruto. Fruto para Dios, para su familia, para su sociedad y para sí mismo.
Pero su desinterés por las cosas espirituales; su pereza en preocuparse de su propio campo, (alma) le ha llevado a la situación que nos describe Salomón.

El dueño es un perezoso y falto de entendimiento. Pero también puede aplicarse de forma perfecta al campo de un creyente. Ese campo puede muy bien ser nuestro “campo” —Nuestra vida espiritual. —Nuestra alma.

El hecho de que tuviese una cerca nos indica que un día ese campo estuvo cuidado. Nadie levanta una valla si no es para cuidar lo que está dentro. Pero vemos que tiene espinos y ortigas.
Los espinos y las ortigas pueden muy bien ser los malos hábitos y costumbres que se crían en la inactividad y despreocupación espiritual.

La cerca de piedra se puede comparar a la cerca de las leyes morales y espirituales que has abandonado. Esa defensa que debiera ser para tu vida cristiana, se ha ido cayendo por tu pereza espiritual. La pereza te ha impedido ejercitarla y mantenerla en alto.

Y la foto general que Salomón nos presenta es de un campo completamente destrozado por las cosas naturales de la vida. Un huerto hay que cuidarlo; requiere cuidados del dueño. Pero si el dueño es perezoso y no atiende a su huerto, pronto será como el campo que se describe en Proverbios.
El autor de Hebreos también nos presenta otro ejemplo de un campo espiritual.

He.6:7-8

“Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada”.

Aquí tenemos un campo sobre la que cae la lluvia, y produce hierba provechosa a los que la trabajan. Esto nos indica que a ese campo hay quien le cuida. Y los que lo cuidan tendrán su fruto un su día. Pero tenemos otro campo sobre el que también cae la lluvia, pero no es aprovechada porque nadie trabaja el campo.

Y ¿qué produce?: espinos y abrojos.

Observamos que sobre ambas tierras cae el agua. —Pero sólo una produce fruto.
¿Cuál es la tierra que produce fruto? — aquella que es trabajada. —La que aprovecha el agua.

Una conclusión es que el agua producirá algo en tu campo: o fruto si lo trabajas, o espinos y abrojos si lo abandonas.

La Palabra enseñada y predicada es el agua que cae sobre todos los campos, pero no todos la aprovechan. ¿Qué haces tú con tu campo?