miércoles, noviembre 1

El Árbol de Navidad

Entramos en el tiempo de Navidad, así que parece oportuno que hablaremos sobre ello. Y me pareció que sería apropiado que hablásemos sobre algo tan familiar en esta época como lo es el Árbol de Navidad.

Hay diferentes leyendas sobre el árbol de Navidad:
Unas dicen que se usaban en los países nórdicos y germánicos para adorar a sus dioses. Más tarde, por el siglo VIII, Bonifacio, quien fue a evangelizar a Alemania, lo aplicó para enseñar sobre el eterno amor de Dios. Algunos de los antiguos países del norte de Europa usaban un árbol para adorar a Thor, dios del trueno.

Pero su popularidad la proporcionó Martín Lutero en el siglo XVI. Se dice que una noche en la que Lutero regresaba a casa, observó que la luz de las estrellas centelleaba en las ramas de los árboles cubiertos de nieve. Esto le hizo recordar la estrella de Belén que guió a los pastores la noche en que nació Jesús, e inspirado por esta imagen taló un árbol, lo llevó a su casa y lo decoró con velas, nueces y manzanas tratando de explicar así los dones que los hombres recibieron con el nacimiento de Jesucristo.

Hoy en día estamos en una época en la que mucho de lo que hemos recibido está sacado de leyendas y costumbres paganas. Poco tenían que ver esas costumbres con el cristianismo. El día 24 de diciembre era la fiesta del solsticio de invierno. Se celebraba entre el 21-24 de diciembre como el día más corto del año. El Sol volvía a ganar más y más terreno a la noche hasta junio. En junio se celebraba el solsticio de verano en el que a partir de entonces el sol iría muriendo poco a poco.

Nicolás de Bari, (270-345), fue uno de los defensores de la Deidad de Cristo ante Arrio en el Concilio de Nicea. A él se le atribuye la costumbre de hacer regalos en Navidad.
“A pesar de ser anciano, seguía viajando, evangelizando y entregando juguetes a los niños para recordar a todos que en Navidad recibimos el mejor de los regalos a través de Cristo, la esperanza de la Salvación Eterna”.
Algunos le atribuyen la leyenda de San Nicolás o Papá Noel. Pero esta leyenda del Papa Noel gordito y bonachón viene del siglo XIX. En 1809 el escritor Washington Irving, escribió una sátira, Historia de Nueva York, en la que deformó al santo holandés, Sinterklaas, en la burda pronunciación angloparlante Santa Claus.

Más tarde el poeta Clement Clarke Moore, en 1823, publicó un poema donde dio cuerpo al actual mito de Santa Claus, basándose en el personaje de Irving. En el poema se hace mención de una versión de Santa Claus, bajito y delgado como un duende; pero que regala juguetes a los niños en víspera de Navidad y que se transporta en un trineo tirado por nueve renos, incluyendo a Rudolph (Rodolfo).

Posteriormente, hacia 1863, adquirió la actual fisonomía de gordo, barbudo y bonachón con la que más se le conoce. Esto fue gracias al dibujante alemán Thomas Nast, quien diseñó este personaje para sus tiras navideñas en Harper’s Weekly. Allí adquirió su vestimenta y se cree que su creador se basó en las vestimentas de los obispos de viejas épocas.

Pero volvamos al árbol de Navidad.
Quisiera traer vuestra atención a las cosas más relevantes que tiene.
Lo primero que destacaremos es el propio árbol.

EL ÁRBOL

El árbol de Navidad representa a un árbol de hoja perenne (permanente). Esto nos debe hablar de algo que es eterno, que no decae. Veamos cuatro cosas sobre las que nuestro árbol de Navidad debe hablarnos.

1. Su misericordia
Salmo136:1 “Para siempre es su misericordia”. Aquí se nos habla de algo que nunca caduca. La misericordia de Dios es perenne; permanente.
Al igual que el árbol, la misericordia de Dios es desde la eternidad hasta la eternidad. Pero hay algo más que nos recuerda el árbol.

2. La palabra de Dios
Isaías 40:8 “Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre”. Esto es algo que debemos recordar frecuentemente, no sólo en Navidad. La palabra de Dios es tan confiable en el tiempo de Moisés, como en el tiempo de Pablo, como hoy día. Lo que Dios dice permanece para siempre.

3. Al Señor Jesucristo
Hebreos13:8 “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”.
Así también el Salmo 1 nos habla primariamente del Señor Jesús: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará”, (Salmo 1:1-3).

4. Apunta hacia arriba
Antes de dejar el árbol y pasar a otros detalles, debemos observar que apunta hacia arriba. Esto debe recordarnos lo que se nos dice el Señor en la Epístola a los Colosenses.
Colosenses 3:1-2 “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”.

LA ESTRELLA

¿A qué debería hacernos pensar la Estrella?

Mateo 2:2 “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle”.
La estrella dirigía a los magos hacia el niño Jesús.
Versículo 9 “y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño”.
Allí había otra estrella más resplandeciente que la que guió a los magos.
Apocalipsis 22:16 “Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”.

Este debería ser el pensamiento que debiéramos tener al poner una estrella en lo más alto del árbol de Navidad. Cristo, la estrella resplandeciente de la mañana. Cuando, por la mañana, las demás estrellas dejan de brillar, Él sigue brillando. Su Luz nos guía a la salvación.

EL COLOR ORO

Esto debería también recordarnos la realeza de aquel Niño que nacía en Belén.
Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Isaías 19:20 “Y será por señal y por testimonio a Jehová de los ejércitos en la tierra de Egipto; porque clamarán a Jehová a causa de sus opresores, y él les enviará salvador y príncipe que los libre”.

EL COLOR ROJO

Posiblemente ya todos habrán adivinado que tiene que ver con la preciosa sangre del Señor Jesucristo. Esto es lo que nos deber recordar este color.
Que la sangre “de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado”. Ese color nos debe recordar el precio de nuestro rescate.
1Pedro 1:18-19 “…sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación…”.
Efesios 1:7 “…en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”.
Hebreos 9:22 “Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

Así de importante es que haya rojo en nuestro árbol de Navidad. Cristo murió por nuestros pecados para limpiarnos con Su preciosa sangre.

LOS LAZOS

Los lazos nos hablan de unión, de vínculo. Pero, ¿a qué pueden referirnos los lazos de unión?
Colosenses 2:2 Nos habla de estar unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo”.

Efesios 4:15-16sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”.
Estos versículos nos hablan de que los creyentes debemos estar unidos. Y el vínculo o lazo que nos une es Cristo. Pero también nos habla de nuestra unión con Él.

1Corintios 6:17 “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él”.
El precioso evangelio de Juan nos muestra esta unión de forma perfecta. La parábola de la Vid y los Pámpanos es muy clara respecto de esa unión. Separados de la vid no podemos llevar fruto. Estamos completamente unidos a Él. Y así es como debemos llevar el fruto que El Labrador espera de nosotros. Esta unión es vital en su pleno sentido.

Por último veamos los paquetitos.

LOS REGALOS

Estos regalos que nos pueden hablar muy bien de los dones que recibimos de Dios. ¿Qué dones recibimos de Dios? El Señor nos dice en Su Palabra que nos ha dado dones.

1. Los dones para servirle
Efesios 4:8 “Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres.
Y entre otros muchos dones tenemos como muy relevantes: El Espíritu mismo, que es un don de Dios.

2. El don del Espíritu Santo
Hechos 2:28 “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

3. El don de la salvación
Otro don de valor incalculable es:
Efesios 2:8 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.

4. El Don Inefable
2Corintios 9:15 “¡Gracias a Dios por su don inefable!”.
Este es el don inefable; inexplicable, que no se puede explicar. Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo para que todo aquel que crea en Él, no se pierda en la condenación, sino que se salvo. Es realmente inexplicable; inefable.

Pero aún nos falta algo importante del árbol de Navidad. Y es algo que nos habla sin remedio de nuevo del Señor Jesús. Él es la Estrella de la mañana. Suya es la majestad y la sangre (Dorado y Rojo). Nos ha sido dado como un don inefable. Y también es:

LA LUZ

Juan 8:12 Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Jesús es la luz del mundo que vino para dar luz a los hombres.
Juan 1:9-10 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”.

Conclusión
Hemos intentado hacer ver que el Árbol de Navidad tiene o debe tener un significado. No debiera ser algo meramente decorativo. Más bien debiera ser algo significativo y conmemorativo de Cristo y de su obra. La palabra Conmemorar significa: “Recordar a alguien o algo”. Y esto debiera ser la Navidad y el árbol en nuestras casas.

Ha habido y seguirá habiendo mucha controversia sobre la Navidad o el Árbol de Navidad. Desde aquí queremos mostrar respeto a toda otra forma de pensar con respecto a este tema. No es una doctrina para que tengamos que defenderla, solamente es una opinión. Y la opinión es respetable venga de donde venga. Pero una cosa si digo, nadie puede encontrar algo malo en recordar la venida de Cristo a la tierra, lo que ella significó para este mundo, y lo que Él es para todos nosotros.

Romanos 14:6ª “El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace”.